domingo, 24 de junio de 2012

domingo, 17 de junio de 2012

viernes, 15 de junio de 2012

Fausto

Descripción Fausto

Fausto tiene 40 años, es el hijo Menor de dos hermanos, Fermin falleció a los 18 años, José, su padre enfermó y murio cuando Fausto tenia 25 años, quedaron solos con su madre Aidé. Fausto iba a casarse con Rosa, pero luego de la muerte de José, Fausto se dedicó a cuidar a Aidé y Rosa terminó dejándolo. Fausto dedicó su vida a cuidar a su madre que estaba delicada de salud hasta que ella murió. Fausto se sentía culpable de muerte de su padre y su madre no ayudó nunca a quitarle esa culpa.
José murió una noche de lluvia, en medio de una inundación, intentando rescatar a Fausto.
Fausto es sumamente callado, a pesar de su edad nunca terminó de crecer. Es un coleccionista, tal vez por eso no tuvo demasiados amigos, o los reemplazó por sus colecciones.
Su casa está llena de cajas con todo tipo de colecciones imaginables, cada una está separada perfectamente. Es muy organizado y ordenado, aunque no lo parece. Siempre extrañó a Rosa, pero nunca pudo elegirla a ella por sobre su madre. Aidé condicionó la vida de Fausto y su delicada salud los volvió preso. 








(Referencia Fausto: Koistinen, Luces al atardecer de Aki Kaurismaki)


Brevemente

Argumento

Tras la muerte de su madre, Fausto comienza a reorganizar su colección de recuerdos, entre ellos se encuentra toda su vida. Pero aparece un recuerdo que lo atormenta y lo persigue.
Fausto cierra todos los ambientes de su casa tratando de encerrar ese recuerdo, dejando olvidado en cada ambiente montones de otros recuerdos, vedados para siempre. A medida que va cerrando esos cuartos, se va encerrando a si mismo dentro de esa casa. Hasta que Fausto queda encerrado en su casa atrapado por si mismo, vuelto una fotografia, un recuerdo.

Primera aproximación / Escaleta


ESC 01 INT CAFÉ TARDE
Un café pequeño, medio avejentado (podría ser un bar de
viejos). En una mesa en el centro está sentado Fausto. En su
silla está colgada una campera del respaldo. Está leyendo
unos papeles pero no se llega a ver qué son. Sobre la mesa
tiene algunas fotos apiladas, la cuenta también está sobre
la mesa. A dos mesas de distancia hay una pareja. La cara
del hombre de la pareja está al borde del llanto. Fausto los
mira.
Se escucha la discusión de la pareja como si estuviera en
otro lugar, también se podría escuchar como grabada con un
grabador de mano o una cámara barata.
Fausto los escucha un rato sin bajara la mirada. Deja 20
pesos de la cuenta. Acomoda las fotos y las guarda en un
sobre. Se levanta, se pone su campera, guarda el sobre en un
bolsillo y se va.

ESC 02 INT CUARTO AIDÉ NOCHE
Se abre la puerta de un placard. Dentro del mismo hay ropas
de señora. Fausto los empieza a descolgar, los dobla y los
guarda en cajas. Saca las sábanas de la cama, las dobla y
también las guarda. Descuelga el crucifijo que está sobre la
cama. Saca las fotos de AIDÉ (madre de Fausto) de los
portarretratos (las fotos que estaba viendo en el café) y
las guarda en un sobre. Fausto sale del cuarto. La
habitación queda vacía y llena de cajas cerradas. Vuelve a
entrar con cinta y cierra del todo las cajas.

ESC 03 INT COCINA DE FAUSTO DIA
FAUSTO apoya el sobre en la mesa de la cocina. Abre la
canilla y enjuaga unos platos del día anterior. En la pared
hay varios clavos, donde alguna vez habrán colgado fotos.
Sobre la mesa hay una pila de portarretratos vacíos. Fausto
está sentado en un silla, mira unas cuentas a pagar, las
separa. Toma una pequeña radio de bolsillo y la prende, la
radio empieza a escucharse, cuando Fausto intenta sintonizar
otra señal la radio se apaga, el ruido de la señal se
mantiene, proveniente del sector de las habitaciones, Fauto
intenta reconocer de donde viene y reconocer el sonido.
Fausto se levanta. va hacia la puerta de la cocina el ruido
cada vez es más fuerte.

ESC 4 INT PASILLO DE LA CASA DE FAUSTO DIA
FAUSTO sale al pasillo, el ruido cada vez es más fuerte
Fausto camina por el pasillo.
desde el living se escucha la llave que entra en la puerta y
se abre. corta con el sonido,
Entra CATA, la señora que limpia. Tiene unos 50 años. Fausto
la ve y la saluda, tienen una conversación sobre la muerte
de su madre. Fausto está incómodo, le dice brevemente que
solo se encargue del baño y la cocina. Cata se dirige hacia
el baño y entra. Fausto la sigue. Va hacia la habitación de
su madre, no escucha nada. Da la vuelta y entra en su
habitación.

ESC 5 EXT CALLE CENTRO TARDE
Una mujer camina por la calle, esta vestida de rojo. Fausto
la sigue desde lejos. La pierde.off una mujer cantando
alguna melodía italiana típica

ESC 6 INT LIVING DE FAUSTO DIA
En el living hay muchas cajas de cartón apiladas con
recuerdos, en ellas se pueden leer cateles con lo que cada
una contiene.
-canciones de cuna para chicos sordos
-besos de buenas noches
-egresados 76
-Rosa
-Fermín
-dias nublados
-humo de cafe
-fotos vol I
-mascotas
-medias
Fausto entra al living con una caja la acomoda entre besos
de buenas noches y alientos. La caja dice “calor de ropa
sucia”la melodía italiana sigue sonando

ESC 7 INT COCINA DE FAUSTO DIA
sobre la mesa de la cocina hay un par de papeles con el
nombre de Aidé la madre de Fausto, un acta de defunción, una
participación a un entierro. Junto a ellas una libreta negra
vieja. Fausto tacha un nombre en la libreta. La cierra.
Guarda los papeles en un folio y los acomoda en un cajón.
Saca de su bolsillo un sobre con fotos y guarda la libreta
en ese sobre.

ESC 7BIS COLECCION
Coleccion:
Rosa, secuencia de imagenes de rosa, siempre vestida de
rojo, siempre en la calle, rapidas, muchas imagenes, se
correlaciona una con la otra como si todas fueran una unica
imagen.

ESC 8 INT HABITACION NEGRA NOCHE
Fausto está sentado mirando a cámara, hay un zoom out desde
sus ojos hasta un plano medio. Mientras se escucha el texto.
una mujer relata una historia
V.O.
La Angelica había nacido en una
familia bien de esas que la
argentina solia tener, habia sido
la menor y la solterona, no porque
quisiera, la vida no le habia dado
oportunidad. Su madre murió joven y
ella cuidó a su padre toda la vida.
Esa casa era tan grande para los
dos solos. Sus hermanos habian
hecho su vida, no la visitaban
tanto y cuando se murió Don Julio
menos, la pobre se quedó sola entre
tantas cosas, ya ni en el barrio se
la veía. Un día la casa quedó
cerrada, y no se si la vendieron o
sigue ahí. Un gigante en medio de
Flores.

ESC 8BIS INT HABITACION DE AIDE DIA
Fausto entra en la habitación de Aidé lleva una caja
consigo, la apoya al costado de una cama. La caja dice Rosa.

ESC 9 EXT TERRAZA TADE
Una mujer vestida de rojo está sentada en una terraza (Rosa)
mira el horizonte. Fausto se acerca a ella. Ella canta una
canción de cuna en italiano. Fausto la abraza, se escucha la
misma discución que en la escena 1 en off.

ESC 10 COLECCION
El titulo en una caja:
Colección: Besos antes de dormir
secuencia de fotos de besos en mejillas de mujeres a niños,
adultos. Corta duración. 100 fotos o 200 o más.

ESC 11 INT HABITACION DE FASUTO NOCHE
Fausto está sentado en su cama. Lee un libro.
se escucha un sonido proveniente del living, primero es una
lluvia, cda vez más fuerte, una canción italiana y una mujer
que llora.
Fausto se asusta, se acerca a la puerta del cuarto,
retrocede
el sonido cada vez es más fuerte
Fausto sale de la habitación.

ESC 12 INT PASILLO NOCHE
Fausto camina por el pasillo hacia el living, la puerta está
abierta. Se acerca a ella.continua el sonido de la esc
anterior.
ESC 13 INT LIVING NOCHE
Desde el living, Fausto cierra la puerta con velocidad.
continua el sonido cada vez más y más fuerte.

ESC 14 INT PASILLO NOCHE
Fausto está parado frente a la puerta del living, está
alterado, intenta escuchar ese ruido, ya no lo escucha,
tiene en su mano una llave apretada con fuerza.
Suena el teléfono
Fausto se sobresalta lentamente va a atenderlo. Es Rosa. Le
da el pésame por la muerte de Aidé. Fausto casi no habla.

ESC 15 INT ESPACIO NEGRO NOCHE
Rosa vestida de rojo habla por teléfono.
Suena una canción de los años 50
V.O. de Fausto donde cuenta su separación de Rosa

ESC 16 EXT PATIO DE LA CASA DIA
El patio está lleno de hojas, Aidé enjuaga la ropa en una
pileta. Fausto la mira desde el otro lado del patio. Aidé
sube con la ropa a la terraza. Fausto se queda solo parado
entre las hojas.
Se continua la V.O.

ESC 17 CIOLECCIONES
Colecciones 2
Fotos familiares, 100 fotos, proyectadas sobre Fausto. Cada
foto tiene una duracíon corta, no se llegan a leer quienes
aparecen.

ESC 18 INT PASILLO DIA
Fausto pasa por la puerta del living, está cerrada. se
detiene un segundo frente a ella, se acerca para ver si
escucha algún ruido. La llave está puesta, la saca, va hacia
el cuarto de aidé

ESC 19 INT HABITACION AIDE DIA
Fausto guarda la llave en un cajón lleno de llaves en la
habitación de Aidé. La habitación tiene cada vez más cajas.
Estan apiladas sobre la cama.

ESC 20 INT PUERTA NOCHE
Fausto está en la puerta de su casa. Frente a él una
escalera de marmol está por empezar a bajar cuando escucha
un ruido.
Se escuchan llantos, lluvia, una mujer llora.
Fausto entra en la casa.

ESC 21 INT PASILLO NOCHE
En el pasillo se escucha mas fuerte el ruido, proviene de la
habitación de Aidé, Fausto corre a la habitación y la cierra
con llave.

ESC 22 INT HABITACION FASUTO NOCHE
Fausto está sentado en su habitación a oscuras. Mira a
cámara. Se ven sus ojos fijos inmoviles.
Suena una cancion italina tipica

ESC 23
Una foto de Fausto.

A por algo...


Casa Tomada - J. Cortazar


Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la mas ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia. 
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las ultimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y como nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejo casarnos. Irene rechazo dos pretendientes sin mayor motivo, a mi se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde. 
Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No se porque tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mi, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina. 
Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor para preguntarle a Irene que pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mi se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso. 
Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte mas retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte mas retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y mas allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo mas estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble como se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos. 
Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venia impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tire contra la pared antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.

Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:
-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
-¿Estás seguro?
Asentí.
-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.
Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que me tejía un chaleco gris; a mi me gustaba ese chaleco.
Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.

-No está aquí.
Y era una cosa mas de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.
Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerza, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre. 
Irene estaba contenta porque le quedaba mas tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papa, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:

-Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?
Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar. 
(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios. 
Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en vos mas alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.) 
Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamo la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro. 
No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían mas fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.

-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.
-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.
-No, nada.
Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora. 
Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.
MyFreeCopyright.com Registered & Protected