sábado, 14 de febrero de 2009

Soliloquio

blah blah blah blah, me quema la oreja. No tiene la menor idea de como retumba sus voz por el auricular del teléfono celular, y como se deforma... es terrorífica. Y yo hago como que la escucho...
-si si, es terrible... claro... lógico... pero, por qué?-
- Blah blah blah...-
Vomita palabras una atrás de la otra sin sentido, o si lo tienen nunca se lo voy a encontrar. Yo mientras tanto camino, abro la puerta. Está el mar adelante, un azul casi verde, un poco más abajo el cielo, o eso es lo que parece. En el medio del salón hay una puerta roja y una especie de conejo gigante con ojos azules que me mira fijo
- La selva está para allá -
- No hablés así -
Se ríe a carcajadas pero no suenan, sale una música de flautas y violines, si, violines de la boca del conejo mientras salta más allá del mar.

-Me escuchás bien?-
Otra vez ese sonido entrecortado horrible. Pero por qué grita tanto? Qué le pasa? no se escucha a si misma, la gente la mira por la calle con esos ojos inyectados en sangre, con furia y asco. La escuchan y la miran de arriba a abajo, le hacen una radiografía, comentan sobre su tono penetrante, y la gente me mira y se compadece, se les cae una lagrima de sus ojos fríos por mi, por mis oídos, por mi pobre cerebro que ya está a punto de colapsar. Qué deje de hablar, que deje de contarme sobre su perro y sobre su mano. La imagino, lo entiendo pobre animal, esa voz todo el día y toda la noche, y sus abrazos y besos, con esos labios peludos, no aguanto más. Seguro su mano sangraba tanto, tenia la casa teñida en rojo vivo, y el perro corría contento, satisfecho porque si no podía hacerla callar al menos alguien lo iba a callar a él...
Crisis, caos, el conejo se ríe pero salen tambores, frenéticos tambores de su boca, cada vez más y más fuerte y gritos, perros ladran a mi alrededor, y los bebes lloran en todas las cunas del mundo, me tomo mis orejas, no quiero escuchar no quiero ver...

y la calma...
no escucho más su voz, la lluvia de la conversación y ninguna voz de fondo, ya no está se fue ella y su perro, y sus gritos y su bebé.

-quién era?-

pienso un minuto, miro al conejo.

-Numero equivocado-

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